¡Órale, banda! ¿Cómo andamos? Espero que de maravilla y con toda la actitud. Hoy quiero platicarles de un tema que a mí, en lo personal, me ha cambiado la vida: el despertar espiritual. No se me espanten, no voy a empezar a hablarles de ángeles ni cosas raras (bueno, no *tan* raras). Más bien, quiero que reflexionemos juntos sobre si andamos por ahí perdiendo la onda o si, por el contrario, estamos abriendo los ojos a algo más grande.
¿Qué rollo con eso del despertar espiritual?
Desde mi punto de vista, el despertar espiritual no es otra cosa que empezar a cuestionarte el porqué de las cosas. Es como cuando te das cuenta de que el camino que llevabas, el que te dijeron que era el correcto, pues chance y no va contigo. Empiezas a sentir un vacío, una inquietud, como si te faltara algo que no sabes ni cómo describir. Es dejar de vivir en automático, en el “tengo que” y empezar a vivir en el “quiero hacer”. No sé si me explico… Es como cuando de niño creías en el Ratón Pérez y de pronto te das cuenta de que ¡es tu mamá! ¡PUM! Se te abre un mundo nuevo, ¿no?
Y ojo, no estoy diciendo que de pronto te tienes que ir a vivir al monte ni dejar tu chamba. ¡Para nada! El despertar espiritual, desde mi humilde opinión, es algo interno, un cambio en la forma en que ves el mundo y en cómo te relacionas con él. Es dejar de clavarte tanto en lo material y empezar a valorar las cosas que realmente importan: la familia, la amistad, la naturaleza, el simple hecho de estar vivo.
Señales de que ya te está cayendo el veinte
Ahora bien, ¿cómo saber si andas en este proceso? Pues hay varias señales, algunas más obvias que otras. Por ejemplo, de repente te encuentras cuestionando todo lo que te rodea. Ya no te conformas con las respuestas fáciles, quieres saber más, profundizar, entender el trasfondo. Empiezas a leer libros sobre temas que antes ni te hubieras imaginado, a escuchar podcasts que te hacen pensar, a platicar con gente que te abre la mente.
Otra señal es que empiezas a sentir una mayor conexión con la naturaleza. De repente te da por irte al bosque, a la playa, a donde sea que haya árboles, agua y aire puro. Y no solo eso, sino que te sientes en paz, conectado con algo más grande que tú. Es como si la naturaleza te estuviera hablando, contándote secretos que no puedes escuchar en la ciudad. A mí me pasó que un día, caminando por Chapultepec, sentí una paz tan profunda que me puse a llorar, ¡de puro gusto! Ahí supe que algo estaba cambiando dentro de mí.
¡Aguas! No te vayas al extremo
Ojo aquí, banda, porque también hay que tener cuidado de no caer en el fanatismo. El despertar espiritual no es una competencia a ver quién es más “iluminado”. No se trata de juzgar a los demás ni de creerte superior porque crees que “ya entendiste todo”. Al contrario, se trata de ser más compasivo, más empático, más tolerante. Cada quien lleva su propio proceso y hay que respetarlo.
Además, hay que tener cuidado con los charlatanes que se aprovechan de la gente que está buscando respuestas. Hay mucho “gurú” por ahí que te promete la iluminación instantánea a cambio de una buena lana. ¡No caigan en la trampa! El verdadero despertar espiritual es un proceso personal, que lleva tiempo y esfuerzo. Nadie te puede dar las respuestas, tú tienes que encontrarlas por ti mismo.
¿Y ahora qué hago con todo esto?
Si te identificaste con alguna de estas señales, ¡felicidades! Ya estás en el camino. ¿Y ahora qué? Pues lo más importante es que te dejes llevar. No te resistas al cambio, ábrete a las nuevas experiencias, escucha tu intuición. Empieza a hacer las cosas que te apasionan, dedica tiempo a las personas que te quieren, cuida tu cuerpo y tu mente.
En mi experiencia personal, el despertar espiritual me ha ayudado a ser más feliz, más auténtico, más agradecido. Me ha enseñado a valorar las pequeñas cosas de la vida, a perdonar mis errores y a aprender de ellos. Me ha dado la fuerza para seguir adelante incluso cuando las cosas se ponen difíciles. Y sobre todo, me ha conectado con mi verdadero ser, con esa parte de mí que siempre estuvo ahí, esperando a ser descubierta.
No estás solo, carnal
Si te sientes perdido, confundido o asustado, recuerda que no estás solo. Hay mucha gente que está pasando por lo mismo que tú. Busca grupos de apoyo, lee libros, platica con amigos. Lo importante es que te sientas acompañado en este proceso. Y si te late la onda, échale un ojo a otros artículos sobre la cultura prehispánica. Tal vez encuentres algo que te resuene.
Así que ya lo sabes, banda. ¡A despertar ese poder interior! A vivir una vida más plena, más consciente, más conectada con el universo. ¡Y que viva México!